![]() Directorio WAP para móvil, Tablet, iPhone o Smartphone Centro de Noticias de la Universidad de Oriente |
|
|
||
martes junio 28, 2016 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí (Gálatas 2:20). Posiblemente hoy sea tu primer día como un verdadero cristiano, un auténtico seguidor de Jesús. Lo recibiste en tu corazón y hoy comienza una nueva vida donde la característica que poco a poco notarás es el entusiasmo de vivir una vida útil para ti y para quienes te rodean. Cuando somos renovados por el Señor Jesucristo, el entusiasmo nunca cesa. ¡Y no nos desanimamos! Lo que sucede es que la vida de Jesús fluye de manera más y más evidente, y renueva y fortalece nuestro espíritu vez tras vez, y cada vez más. Tenemos gozo y victoria porque el Señor Jesús vive en nuestro corazón y obra en nuestro interior. Eso es cristianismo auténtico. No una religión sino la vida de Cristo que nos llena, nos hace nuevas personas y nos renueva día a día. Y si éste no es tu primer día como cristiano, recuerda que sí es el primer día del resto de tu vida y merece ser vivido con la vida que Cristo te ofrece. ¡¡¡Adelante!!! Un estudio más profundo: Debemos servir al Señor cada día durante el tiempo que tenemos. ¿Pero cómo podemos servir a Dios? ¿Qué es lo que caracteriza a un cristiano genuino y triunfante? Muchos cristianos creen que si trabajan arduamente y oran lo suficiente, entonces serán victoriosos. Sin embargo, ésa es la esencia del legalismo (el intento de agradar a Dios a través del propio poder). Por más sincero que sea un legalista, si su fe está puesta en lo que él mismo puede hacer y no en el Cristo viviente, indefectiblemente va camino al fracaso. Tal fue el caso de Moisés cuando mató al egipcio que había golpeado a un esclavo hebreo (Éxodo 2:11-13). Fue sincero en sus intenciones, pero estaba confiando en sus propias fuerzas. Y ésa era mi situación personal cuando en 1961 fui a cursar estudios teológicos. Tenía grandes sueños que quería ver realizados, pero mi impaciencia me llevó a confiar en mi propio poder, no en el poder del Señor. Unos días antes de la Navidad, el orador en la reunión semanal del seminario basó su exposición en el pasaje de Éxodo 3, cuando Dios se le aparece a Moisés en medio de un arbusto, una zarza, que ardía pero no se quemaba. El tema fue: “Cualquier simple arbusto sirve, siempre y cuando Dios esté en él”. El orador señaló que Dios estaba tratando de comunicarle a Moisés un mensaje: “No necesito una arbusto bonito, educado ni elocuente. Cualquier simple arbusto me sirve, siempre que Yo esté en él. No serás tú haciendo algo para mí, sino Yo haciendo algo a través de ti”. Me di cuenta de que yo era como ese arbusto. No podía hacer nada para Dios. Todo lo que pudiera leer y estudiar, todas las preguntas que pudiera formular y el esfuerzo que hiciese para imitar a otros, sin Él, todo era en vano. No es de extrañar que me sintiera frustrado. Sólo Dios podía darle eficacia a mi ministerio. El orador concluyó su sermón citando Gálatas 2:20: He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. En ese instante, comprendí que el secreto para ser un cristiano victorioso no radicaba en la dependencia de mí mismo sino en la completa dependencia del todopoderoso Señor Jesús resucitado, quien estaba en mi corazón. Al final, Dios estaba en control de mi zarza, como consecuencia de la unión con Jesucristo (Colosenses 2:9-15). Cuando entendemos esta verdad, Dios nos da una nueva perspectiva de nosotros mismos y comprendemos que tenemos valor. Sentí una inmensa paz al saber que podía dejar de luchar para vivir la vida cristiana por esfuerzo propio. Pero qué pena haber perdido ocho años de mi vida tratando de hacer todo en mis propias fuerzas. Como no podemos conseguir la salvación a través del esfuerzo propio, tampoco podemos tener victoria de esa manera. Aunque nuestros días en la tierra sean cortos, pueden llegar a ser días grandiosos. Tendrán valor para la eternidad si tan sólo renunciamos a nosotros mismos y le decimos a Dios sinceramente: “Ya no yo, sino Cristo en mí”. Versículos para leer: 2 Corintios 3:1-18; 4:7-16; Romanos 12:1-2. Oración: Señor, en este primer día de mi nueva vida a Tu lado, reconozco que solo no puedo lograr esa vida de paz y triunfo que siempre soñé. Pero ahora sé que, con Tu ayuda, con el Espíritu de Dios animándome y guiándome, lo puedo lograr. Ayúdame a entender cada día cuando me levanto que Tú estás a mi lado, no sólo para acompañarme en mi nuevo camino, sino para darme la fuerza que necesito para recorrerlo. Te alabo, te bendigo y te doy gracias. En el nombre de Jesús, amén. |
||
— @INFOUDO.OFICIAL
Comenta o lee lo que otros opinan |
||
COMPÁRTELO:Indica que te gusta y comparte |
||
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |
||
También te puede interesar: The Restless Prophet |
||
« Me aparté del camino del Señor y quiero regresar | El Estudio de la Palabra de Dios » |
||
![]() |
||
Buscador:
|
||
Síguenos en las redes sociales![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Mis cuentas socialesOtrasMóvil: (0426 683 6955 - 0412 8226575) - E-mail: [email protected] - [email protected] - WhatsApp: +58 (0426) 683.69.55 ![]() |
||
|
||
|