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martes junio 28, 2016 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12). Dijo Napoleón: “La Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente, con un poder que vence a todo cuanto se le opone”. La Biblia es la palabra de Dios, es el alimento del alma. Es el manual que Dios mismo escribió acerca de Su creación. En sus páginas encontramos la fórmula exacta para nuestro correcto funcionamiento. Leerla te hará sabio, creerla te hará eterno. Ahora que eres un hijo de Dios, que Jesús vive en tu corazón porque tú mismo le abriste la puerta de tu vida, no hay excusas para no comenzar a vivir una vida de victoria sabiendo cuál es el mejor camino para andar. Un estudio más profundo: La Biblia: observación, interpretación y aplicación. No podemos crecer y madurar espiritualmente a menos que comamos del pan de vida (la Biblia) en forma regular. Los cristianos a veces descuidan el estudio de la Biblia porque no tienen un método simple y práctico que convierta el estudio en algo vivo y dinámico. El estudio bíblico comienza con observación. Nuestras observaciones de cualquier objeto, incluso de la Biblia, se realizan de acuerdo con la naturaleza del objeto a estudiar. Observamos las estrellas mirándolas a través de un telescopio noche tras noche. Observamos el comportamiento de los animales observándolos durante un largo período en su hábitat natural. Observamos la Biblia como observaríamos cualquier otro libro de gran valor, leyéndola cuidadosamente en forma frecuente. Un estudioso de la Biblia declaró: “Hay sólo una ley para el estudio de la Biblia, y tal ley es leer el Libro. Y una vez que lo haya leído, leerlo otra vez, y luego sentarse y leerlo nuevamente, y otra vez más, y de esa manera pronto usted empezará a conocer el Libro”. Lee un libro de la Biblia de una vez para obtener una clara impresión del libro como un todo. Al leerlo de nuevo, pregúntate: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué? Después de observar el texto, sigue la interpretación. Debemos evitar que nuestras presuposiciones influyan sobre nuestra interpretación. Ora para que el Espíritu Santo te ilumine. Si no tenemos Su luz, no contaremos con el entendimiento adecuado (1 Juan 2:20-27). Examina el contexto del pasaje que estás interpretando. Además compara el pasaje con relatos paralelos y otras referencias bíblicas. El gran predicador Carlos Spurgeon dijo: “Oímos que los hombres sacan un versículo de la Biblia de su contexto y exclaman: ‘¡Eureka, Eureka!’, como si hubieran encontrado una nueva verdad, cuando en realidad no han hallado un diamante genuino sino un pedazo de vidrio roto”. El mejor comentario bíblico es la Biblia misma. Pero los manuales, los diccionarios bíblicos y un buen atlas nos ayudan a comprender mejor las tierras, las costumbres y la historia bíblica. Consúltalos cuando los necesites, pero ten cuidado de no pasar demasiado tiempo leyendo acerca de la Biblia sin ir a investigar en la Biblia misma. Por último, trata de aplicar la Palabra de Dios a tu vida. Si la Biblia no cambia tu comportamiento, no la has aplicado. Encuentra relaciones entre la Biblia y las distintas áreas de tu vida: tus puntos fuertes y debilidades, tus actitudes y acciones. ¿Qué te dice la Biblia como hijo o hija, como padre o madre, como empleado o empleador? El apóstol Santiago advierte: No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica (Santiago 1:22). Obedece la Palabra meditando en ella en oración, buscando una mayor comprensión y una aplicación más práctica. Observación. Interpretación. Aplicación. Estos tres pasos sencillos son la llave que abrirá la puerta a un estudio bíblico dinámico y emocionante. Versículos para leer: Juan 17:17; Colosenses 3:16; 2 Timoteo 3:16-17. Oración: Señor, ante todo te doy gracias por Tu Palabra, la Biblia. Te adoro por Tu amor reflejado en cada página y te ruego que Tu Espíritu abra mi mente y corazón para entender Tu voluntad para mi vida en cada versículo. En el nombre de Jesús, amén. |
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— @INFOUDO.OFICIAL
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